lunes, 17 de enero de 2011

Educación negativa no es inactividad del educador sino la enseñanza indirecta del mismo..si ya nos lo decia rousseau



Filosofía de la educación                                                                  Licenciatura en Pedagogía y en Psicopedagogía

Facultad de Filosofía y Letras                                                                                     Universidad de Navarra

TEMA 3. Jean Jacques Rousseau (1712-1778)
(Extracto de: F. Altarejos, Jean Jacques Rousseau;
en AA. VV.: Filosofía de la Educación hoy, Madrid, Dykinson, 1989, pp. 261-276
3.1. Vida y obras.[enlace]
3.2. El Emilio o de la educación.
Una amistad de Rousseau, la señora De Chenonceuax, pide a Rousseau que le escriba sobre el modo de educar a sus hijos; de ahí sale el grueso libro del Emilio, comenzado a redactar en la primavera de 1758. Sin duda que la madre de familia no esperaba tanto; seguramente Rousseau llevaba tiempo meditando sobre cuestiones pedagógicas, y dicho encargo fue ocasión propicia para explayarse en la obra que conocemos y que será valorada por su autor -en sus escritos autobiográficos- como el mejor y más útil de sus escritos.
La obra se divide en cinco libros, que van cubriendo las diferentes etapas de la educación de Emilio -un niño imaginado, en condiciones ideales- por su preceptor Juan Jacobo Rousseau -en cuanto que preceptor, no menos ideal que Emilio-. Se trata por tanto de una novela ficticia, entreverada de reflexiones teóricas sobre su temática -la educación- y cuestiones sociales y políticas afines. El principio educativo esencial para Rousseau se expresa en las palabras iniciales del Emilio: "Todo lo que procede del Autor de las cosas es bueno, pero todo degenera en las manos del hombre". La tarea educativa consiste en seguir los dictados de la naturaleza: éste es el naturalismo pedagógico de Rousseau, que, sin embargo, requiere precisiones conceptuales. El estado de naturaleza del hombre es precisamente una de la fuentes de problemas en el pensamiento roussoniano.
3.2.1. Libro I: hasta los 5 años.
Se encuentran en este primer libro una serie de reflexiones generales sobre la educación, junto con precisas indicaciones para los primeros años de vida.
El niño nace inerme e incapaz de todo, menos de aprender. La experiencia sensible del mundo que le rodea es la clave de la educación en esta etapa. Toda constricción en sus sencillos movimientos -por ejemplo, el fajarlo o encerrarlo en cunas protectoras- es nociva para su futuro desarrollo. Este error se comete, a juicio de Rousseau, porque las madres han dejado de criar y educar a sus hijos, dejando esta ocupación en manos de las nodrizas -así ocurría frecuentemente en la nobleza de su época-. Llega a afirmar incluso que el bienestar de una nación depende de que las madres vuelvan a cumplir su misión nutricia y educativa.
Hay tres fuentes de educación, o "tres educaciones": la de la naturaleza, la de las cosas y la de los hombres. La primera consiste en el desarrollo de los impulsos naturales; la segunda en la experiencia del mundo circundante, y la tercera en las acciones de los hombres sobre el niño, con el fin de formarle. La contradicción entre estas tres fuentes viene de la educación de los hombres, que no cuenta con las exigencias de las otras; en esa contradicción está la causa de todos los errores y males pedagógicos.
En la educación de los niños debe seguir en todo a la naturaleza; los cuidados y solicitudes hacia el niño no hacen más que alejarlo de las exigencias naturales: el dolor es la vía educativa natural. Las sensaciones son el elemento esencial de la educación en esta etapa. Cuidar la educación de los sentidos según naturaleza es sentar las mejores bases para la posterior educación de la inteligencia. Estas sensaciones son el fruto del encuentro natural con lo que rodea al niño -educación de las cosas-.
Hay que impedir el choque de las voluntades del niño y de su preceptor, ayudando a que aquél obre por sí mismo. El afán de previsión y de precocidad del adulto pervierten el desarrollo natural del niño; forzándole a que haga cosas para las que carece de poder y de verdadera necesidad. El desequilibrio entre capacidad o fuerza y deseo natural o necesidad real vician la vida futura, creando la necesidad de poder para imponerse a la realidad, y pretendiendo utilizar a los demás para ello -tal es el sentido del llanto infantil-.
3.2.2. Libro II: hasta los 12 años.
La mayor parte de este libro se articula en torno a tres ideas esenciales: el descubrimiento de la infancia, la educación negativa y la educación de los sentidos.
Hay que respetar el modo de ser y de pensar propio del niño, que no es como el del adulto. Tratarles como a futuros adultos es la mejor manera de impedir su desarrollo como hombres. Aquí radica el sentido propio e inmanente de la infancia: el niño no es un proyecto de hombre; la infancia tiene un valor en sí, que debe ser atendido por la educación. Tal es la primera gran orientación de la educación según naturaleza, pues las costumbres e instituciones sociales llevan al error señalado: a pensar que el niño sólo  es un adulto aún inmaduro.
La felicidad consiste en sufrir la menor cantidad posible de males, esto es, sólo los que exige la naturaleza; al pedir al niño lo que aún no necesita hacer, se aumentan y agravan los males. Así se pierde la libertad real, pues se potencia la dependencia del niño de los demás y de los medios sociales al agrandar sus necesidades. La cultura y las instituciones sociales que la trasmiten son el verdadero mal. Rousseau discrepa de Locke en su afirmación de razonar con los niños, pues no están en edad de hacerlo. Hay que limitar las nociones que tengan a las que provengan de las sensaciones, con una excepción: la idea de propiedad. Pero ésta debe adquirirla también por la experiencia: al plantar unas habas, entra en conflicto con el hortelano que había plantado melones; llegan entonces a un acuerdo para repartirse la tierra. Así, a través de la ocupación de la tierra mediante el trabajo, Emilio forma su noción de propiedad. Es un momento en que el preceptor no tiene reparos en dirigir la experiencia.
La dirección del educador en el aprendizaje es mínima, y tiende a potenciar una vez más la educación de las cosas. Es un ejemplo de la educación negativa: "la primera educación debe ser puramente negativa, consiste no en enseñar la virtud y la verdad, sino en preservar el corazón del vicio y el espíritu del error".
Educación negativa no es, pues, inactividad del educador, sino más bien enseñanza indirecta del mismo, que propicia buenas experiencias -buenas, en el sentido de "naturales"- mediante el control del ambiente y el entorno físico del niño. El educador debe gobernar sin dar órdenes y hacer todo sin que parezca que haga nada.
No hay que enseñarle a leer y a escribir hasta que él mismo lo pida, llevado de una necesidad -cuando, por ejemplo, ha recibido una invitación de un amigo a una fiesta, pero no puede leerla-. En estos años debe cuidarse la educación de la sensibilidad, mediante experiencias sensoriales adecuadas: "Como todo lo que entra en el entendimiento procede de los sentidos, la primera razón del hombre es sensitiva y sirve de base a la razón intelectual. Los primeros maestros de filosofía son nuestros pies, nuestras manos, nuestros ojos. Sustituir todo esto por libros no es enseñar a razonar, sino a servirse de la razón de otros, aprender a creer todo y a no saber nada."
3.2.3. Libro III: hasta los 15 años.
Éste es un momento de eclosión de fuerza que permite ampliar el campo de experiencia. Es una etapa breve, pero decisiva y valiosa.
El criterio de selección de experiencias está es la utilidad: lo bueno y lo malo no se enseñan como tales, sino como provechoso o inconveniente en razón de la utilidad. La experiencia de la realidad se orienta por las preguntas que hace el preceptor, encaminadas a despertar la curiosidad del niño, que debe contestarlas desde el saber que ya ha adquirido en los años anteriores.
A Emilio no le gusta la astronomía; Rousseau le lleva al monte de noche y se pierden intencionadamente; a través de la necesidad de orientarse, descubre la utilidad del saber.Sólo un libro leerá Emilio: Robinson Crusoe. En él aprenderá posibles relaciones de utilidad con el mundo. Otras relaciones de carácter social no son convenientes; sólo las que se aprenden empíricamente a través del trabajo, en el que Emilio empieza a iniciarse. Aprenderá un oficio manual, aunque no le haga falta por su posición económica. La elección del oficio se realiza por el criterio de autonomía: aprendiéndolo, no debe temer a quedarse pobre, y en cualquier momento podrá depender sólo de sí mismo. El oficio elegido es el de carpintero, pues es también el que menos precisa de otros oficios -la materia prima, por ejemplo, se la puede proporcionar él mismo con un hacha-.
A través del valor de utilidad, se ayuda a Emilio a perfeccionar su juicio, lo que se hace sobre todo enseñàndole a precaverse del error, mediante la constante reflexión sobre los propios juicios y su contraste con la experiencia.
3.2.4. Libro IV: hasta los 20 años.
Los cambios de la adolescencia marcan esta etapa. Las pasiones aparecen junto con los cambios fisiológicos, excitando a los sentidos. Mejor es mantener todo el tiempo posible la inocencia natural -la "ignorancia de la naturaleza", la llama Rousseau, no añadiendo nada a lo que va proponiendo el curso natural del desarrollo.
Es la etapa de la educación moral, que consiste en educación de las pasiones. Hay pasiones naturales, pocas y limitadas, que son medios de realización de la libertad, en orden a la propia conservación. Pero éstas son aumentadas en número y en daño por las influencias sociales.
Hay una pasión esencial, de las que son modificaciones las restantes: el amor de sí. De ella nace la benevolencia hacia los demás, por la ayuda que prestan a la conservación; pero luego puede torcerse, deseando ser queridos por quienes nos quieren: así se transforma en amor propio, fuente del odio, la venganza y el engaño. Hay que iniciar a Emilio en los sentimientos de amistad y piedad.
Emilio entra en el mundo moral: empieza a oir la voz de la conciencia. Ahora ya no basta una educación negativa, sino que hay que darle a conocer el corazón humano: precisamente en su fondo de bondad natural, contradicho por la cultura y la vida social. Deberá seguir aprendiendo de la experiencia, y cuando esto sea peligroso, se le dará a conocer a través de historias y fábulas. Siempre, evitando los preceptos y las palabras.
A los 18 años ya se le puede hablar de Dios, porque ya puede remontarse racionalmente a la idea de primera causa. Esto no lo hace el preceptor, sino otra persona, el vicario de Saboya -que expone el pensamiento de Rousseau sobre la religión natural, en un largo pasaje que fue causa principal de las condenas religiosas que recibió el Emilio-.
Siguiendo un razonamiento que recuerda a Descartes y partiendo de la conciencia de la propia existencia, el vicario saboyano va proponiendo cuestiones a Emilio, cuya explicación requiere la existencia de un dios, que queda así como idea sublime, pero indefinida y racional. No obstante, Rousseau insiste en que no es una especulación, sino una reconsideración de la naturaleza como se oye en la voz de la conciencia y que es, por ello, buena y enseña el bien.
El instinto sexual empieza a dejarse sentir fuertemente, por lo que se va a animar a Emilio a pensar en la necesidad de una compañera, que el preceptor le describe idealmente -no en el sentido de la mujer perfecta, sino de la más conveniente para él-.
3.2.5. Libro V: edad viril y educación de la mujer.a.
Al hablar de Sofía, futura mujer de Emilio, Rousseau enuncia los principios de la educación femenina Ha de ser fiel, modesta y reservada, tanto ante su conciencia como a los ojos de los demás, pues tendrá como misión importante el cuidar de la reputación y el honor de la familia. Tendrá la misma religión que su marido, pues en esto, como prácticamente en todo, la educación femenina se regula por la autoridad, con vistas al futuro matrimonio.
Sofía es simpática, fresca, dulce y sencilla. Sabe llevar una casa; cuida su apariencia personal sin afectación; es amante de la limpieza. Es religiosa, pero "sin excesos"; practica unas sencillas oraciones y tiene una mínima instrucción teológica. Sabe algo de música y de canto, pero carece de una vasta cultura general. Su ideal masculino es Telémaco, personaje de Fenelón, análogo a Emilio por su sentido literario -es el prototipo de la educación feneloniana-.
Cuando se conocen Emilio y Sofía se agradan mutuamente y se ilusionan por su matrimonio. Pero antes de eso, Emilio acepta la sugerencia del preceptor sobre un largo viaje de instrucción. Por dos años, viajan ambos por Europa, conociendo pueblos, gobiernos y costumbres.
A la vuelta, se casan. Todavía sigue el preceptor guiando a Emilio -y ahora también a Sofía- hasta que tienen un hijo, que será educado personalmente por Emilio, siguiendo los pasos a Juan Jacobo que, por fin, desaparece al cerrarse el ciclo educativo.
3.3. El pensamiento de Rousseau.
Es riguroso hablar de Rousseau como del inspirador de ideas pedagógicas que fructifican en la modernidad y la caracterizan: la tarea educativa como facilitadora del desarrollo espontáneo y libre; la adecuación de los contenidos instructivos a las exigencias de los períodos evolutivos del niño; la importancia concedida a la actividad y a la experiencia en el proceso de aprendizaje; la motivación del interés.
Sin embargo, no puede decirse que esto sea fruto de una teoría coherente y sistemática, sino más bien de intuiciones y observaciones psicológicas agudas, pero aisladas y muchas veces erróneas. Una gran parte de la fuerza de Rousseau está en su insistencia en algunos principios de fondo que conjuga para explicar los hechos inmediatos de la vida social.
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3.4. El sentido de la pedagogía.
La pedagogía rousoniana está en el Emilio. Su autor no ha pretendido propiamente hacer un tratado sobre educación, sino sobre "la bondad original del hombre, destinado a mostrar como el vicio y el error, al ser ajenos a su constitución, se introducen en él desde fuera y lo alteran progresivamente."
La originalidad de Rousseau estriba en la presentación de unas reflexiones antropólogicas bajo la forma de un discurso pedagógico: ahí radica su fuerza comunicativa. Se explica también su impacto en el pensamiento educativo posterior, pues Rousseau no expone un método pedagógico susceptible de ser discutido desde otros métodos. Rousseau habla de la perfección humana, la plantea utópicamente, la resuelve revolucionariamente y la realiza educativamente; éstas son otras tantas claves de su impacto en la modernidad.
Según la interpretación usual de Rousseau desde la óptica racionalista -por ejemplo, en Kant y Durkheim-, la educación principalmante, y luego el derecho, secundariamente, realizarán la obra de reforma de la sociedad; reforma que significa la progresiva implantación del orden natural en la civilización, o sea la "renaturalización" de la cultura, que supondría la auténtica emancipación del hombre. Así se hermanarían las dos obras centrales de Rousseau: el Emilio y El Contrato Social, siendo éste último el decisivo. La cuestión antropológica radical se resolvería en clave política y educativa, que Rousseau expresaba así: "¿cuál  es la naturaleza del gobierno capaz de formar al pueblo más virtuoso, más ilustrado, más sabio, en definitiva, el mejor, tomando la palabra en su sentido más amplio?".
La pedagogía del Emilio tendría así un carácter utópico, pero sólo en cuanto que pretende ser ejemplar respecto de la reforma de la sociedad. De hecho, Rousseau recriminó a un admirador suyo, ferviente hasta el punto de someter a sus propios hijos a las normas concretas expuestas en El Emilio, precisamente por esto. Para Rousseau no es un problema que las actuaciones pedagógicas que propone no puedan ser realizadas materialmente; él sólo pretende mostrar el camino ideal de la educación natural, como modo de exponer y ayudar a descubrir la bondad original del hombre y su perversión por la civilización.
Esta interpretación de Rousseau no es del todo errónea, pero sí insuficiente. Además, deja a la educación como una acción subsidiaria e inicialmente medial de la verdadera acción de mejora humana, que es acción política. La educación es sólo preparación para la vida madura; una vez lograda ésta, carece de sentido propio y es sustituida por la política. Esta visión es acorde con el pensamiento ilustrado racionalista, que no se hace problema de la contradicción antes señalada, pues está latente en el que, conseguida la verdadera liberación humana, la socialización se dará espontáneamente.
Ahora bien, pedagógicamente no está nada claro que la formación individualista aboque a la integración del sujeto en la sociedad. Y esto es lo que debe explicarse.
Os dejo un enlance que os lleva directamente al documento porque me ha parecido muy interesante además os he resaltado en rojo lo mas llamativo del documento ,me refiero a lo mas llamativo a lo referente a lo que concierne al blog,quiero decir que enhorabuena para quienes ha elaborado este documento que nos ayuda a entender lo  que es la educación en si misma,gracias.www.unav.es/educacion/filoeduca/Rousseau/rousseau.doc